Arturo Vega Zaldívar
Dante Arellano Barrón y Mario Alberto Castro Rosas, alumnos de doceavo trimestre de la licenciatura en Diseño Industrial, ganaron en el Biodesign Challenge 2022 en la categoría Outstanding Field Research con el proyecto titulado Tenochtitlán y materializado en una bioescultura realizada en la nueva impresora 3D de cerámica de la División de CyAD para un huerto urbano donde también se transmiten y practican formas de conocimiento ancestral.
La bioescultura es un prototipo a escala impresa en cerámica y recubierta con barro zacatecas, tepojal, semillas de diente de león y estiércol de caballo; la estructura interior funge de maceta que no requiere tierra, sólo agua. Su función principal es que sirva para sembrar, cultivar, cosechar y, a la vez, permita preservar a los polinizadores y sea decorativa para el huerto.
El prototipo a escala tiene dimensiones de 15 centímetros de altura, 15 de anchura y 15 de profundidad y la bioescultura proyectada para el huerto tendrá una dimensión de un metro cuadrado de base y 1.80 de altura.
El premio a la Investigación de campo destacada se otorga al equipo que usa herramientas de investigación del usuario, realiza visitas de sitio y entrevistas a expertos e integrantes de las comunidades para conocer y comprender los impactos sociales y reales de su proyecto.
Biodesign Challenge es un programa que surgió hace seis años para deliberar y reflexionar en torno al futuro de la biotecnología y biodiseño y constituir una generación de biodiseñadores que, en compañía de científicos, diseñadores, profesionales interdisciplinarios, biólogos y artistas, conciban y realicen aplicaciones transformadoras en biotecnología.
En la edición 2022 del Desafío de Biodiseño participaron 54 escuelas de educación superior de diversas latitudes del planeta con proyectos que interrelacionan diseño, arte, biología y biotecnología.
En entrevista, Dante Arellano y Mario Alberto Castro relataron que los profesores Sergio Dávila Urrutia y Marco V. Ferruzca Navarro informaron al grupo, al inicio del trimestre del Proyecto Integral, de “la posibilidad de inscribirnos en el Biodesign Challenge 2022 y los integrantes del grupo estuvimos de acuerdo”.
Después, ambos alumnos establecieron como objetivo central del proyecto la reconfiguración del huerto comunitario del PILARES (Puntos de Innovación, Libertad, Artes, Educación y Saberes) “Benita Galeana” del Gobierno de la Ciudad de México, ubicado en calle Norte y avenida Gran Canal, colonia Nueva Tenochtitlán, alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México.
“Trabajamos con la comunidad del huerto durante seis meses para desarrollar el proyecto, para el cual utilizamos la metodología de diseño para la innovación social que aprendimos en la UAM”, explicó Dante Arellano.
Durante ese periodo “analizamos rutinas, convivimos e interactuamos con ellos, realizamos las mismas actividades en el huerto; en el proceso de conocer a las personas, su entorno y con la información recabada procedimos a analizar la manera de identificar las verdaderas problemáticas que tienen y aplicar soluciones desde el biodiseño y el diseño estratégico para resolverlas”.
Mario Alberto Castro detalló que identificaron “tres problemas representativos, de los cuales sus soluciones, engloban la resolución de los mismos y de otros problemas relacionados con la comunidad: utilizan demasiado plástico; se están perdiendo saberes tradicionales en la comunidad y por la poda de arbustos, plantas y maleza se están extinguiendo los polinizadores en la zona”.
Después “analizamos la mejor manera de resolverlos y llegamos a tres propuestas para la reconfiguración del huerto urbano: diseñar y elaborar bioesculturas que funcionen de maceta para ayudar a los polinizadores a vivir en ese espacio; organizar talleres de creación de biomateriales para que los integrantes del huerto y comunidad interesada los elaboren para sustituir el plástico y crear un archivo de saberes ancestrales para que perduren en la comunidad, además de socializar dicho conocimiento en las redes sociales para las personas interesadas”, agregó Dante Arellano.
Para la elaboración de la bioescultura “buscamos materiales que resistan las inclemencias del tiempo, pero que también sean un medio perfecto para el crecimiento de las plantas; el barro zacatecas es bueno y útil porque es muy poroso, el tepojal es una piedra liviana que absorbe mucha agua, los mezclamos con heces de caballo para darle mayor resistencia a la estructura, además de que funge de abono para las plantas”.
La bioescultura genera una simbiosis entre los polinizadores y las personas al compartir el mismo espacio en el huerto, la cual es el medio para que esa convivencia se dé, ya que alberga plantas. A la bioescultura se le denominó “Arquitectura para polinizadores”.
Mario Alberto dijo que el desarrollo del proyecto fue progresivo, al igual que los cuatro proyectos que elaboraron los otros equipos del grupo y “en el onceavo trimestre, el grupo, por medio de votación, eligió el proyecto que participó en el Biodesign Challenge 2022 y el seleccionado fue el nuestro”. Después, el proyecto Tenochtitlán se envió al sitio oficial de los organizadores del Desafío en Biodiseño
La evaluación y selección de los proyectos participantes por parte de los organizadores del certamen se dio en dos etapas: cada equipo contó con un mes para terminar de desarrollar el proyecto y elaborar un video de siete minutos de duración en el que explicaron el proyecto.
El proyecto Tenochtitlán se presentó en la etapa de semifinalistas, la cual incluyó una sesión en línea de preguntas y respuestas coordinada por un panel de jueces expertos, complementó Mario Alberto Castro.
Los cuatro mejores equipos pasaron a la etapa final; los finalistas, de diversos continentes, presentaron sus proyectos a un panel de líderes académicos, industriales, artistas y diseñadores con audiencia internacional en línea. La evaluación del jurado consideró, entre otros elementos, ciclos de vida, medio ambiente e impactos culturales del proyecto y “nuestro proyecto fue destacado por su énfasis social y, por ende, ganador en la categoría Investigación de campo destacada.”
Durante el proceso descrito para elaborar el proyecto, presentarlo al comité organizador y durante el Desafió de Diseño, los profesores Sergio Dávila Urrutia y Marco V. Ferruzca Navarro “nos asesoraron: cada semana establecían actividades y proporcionaban herramientas para investigar, recopilar y analizar diferentes tipos de información; después compartieron herramientas metodológicas para analizar el contexto y comunidad del huerto. En el segundo trimestre del Integral, creamos propuestas y alternativas y los profesores nos dieron herramientas para la creatividad, elaboración de bocetos y selección de ideas”, detallo Arellano Barrón
Castro Rosas complementó que también “los instructores nos contactaron con expertos en biotecnología y con quienes tuvimos sesiones de asesoramiento vía zoom”.
Para los ganadores en la categoría Outstanding Field Research, el proyecto Tenochtitlán tiene un gran potencial de replicabilidad porque la bioescultura se puede reproducir en serie, cumple una función decorativa, pero también se podrá utilizar en el hogar o en la oficina y los talleres de biomateriales se pueden impartir en múltiples lugares y comunidades.
Para Dante Arellano, participar en el Biodesign Challenge 2022 “nos permitió demostrar que somos una excelente universidad” y Mario Alberto Castro considera que “la UAM y nosotros merecemos ese premio porque tenemos la capacidad, conocimiento y aptitud para competir a nivel mundial”.
Agradecieron a sus compañeros del Proyecto Integral por el apoyo recibido y las observaciones realizadas para mejorar el proyecto, el cual respondió a un proceso de trabajo y aprendizaje colaborativo graciasa la labor docente de los profesores Sergio Dávila Urrutia y Marco V. Ferruzca Navarro.